Stanley, por Nicolás Arsenián
Siendo el personaje más joven del mosaico que compone a Magnolia, Stanley se encuentra en una esfera diferente al resto, no solo por su condición de niño en comparación con un cast adulto, sino por el fin de su arco de personaje.
Además de la famosa leyenda de estar basado en Stanley Kubrick (hay que admitir que PTA pone referencias visibles a la obra del admirado director de "Eyes Wide Shut”) uno podría pensar que es el niño interpretado por Jeremy Blackman quien pone en escena la visión del mundo de Paul Thomas Anderson.
Figura del programa de preguntas y respuestas “¿Qué saben los niños?”, como lo fue su contracara Donnie, el niño es utilizado por su padre Rick para ganar dinero y prestigio.
Rick crea un falso clima de amor para usar a su propio hijo como una inversión y se une a ese grupo de padres fallidos que componen la película, film donde los traumas que ellos generan en sus hijos serán los catalizadores de los problemas que observaremos. De esta forma Stanley queda emparentado no sólo con Donnie sino con Frank Mackey y con Claudia.
La diferencia radica en que, mientras los otros tres ya han llegado a la adultez con un daño que marca cada una de sus acciones , Stanley sigue siendo un niño, sigue teniendo una oportunidad.Su actitud sobre el final del programa, negarse a pasar al frente y cuestionar cómo los adultos lo miran a él y a sus compañeros de equipo, seguido de su huida de la explotación del programa donde ni siquiera tenia permiso para ir al baño y de su contestación ante su padre se convierten en un acto de rebeldía, propio del conocimiento de quien ha entendido las posibilidades de su presente y futuro. Es que Stanley tiene un aura de elegido, de ser quien conduce el cambio. Por eso sobre el final del film se da una confrontación con su explotador: aún niño le reclama amor a su padre que le responde desinteresado. No teme hacer ese planteo porque se sabe dueño de sí. Todos estos actos son el punto de quiebre, su caracter único y profético.
La lluvia de ranas que referencia el Éxodo bíblico sorprende a cada uno de los personajes, lo increíble del hecho es visto por Stanley con alegría y lo lleva a enunciar su famosa frase: “ This happens. This is something that happens” . En su visión infantil está la creencia que los otros han perdido, esperar un milagro y alegrarse. Mientras el destino incómoda a los adultos él será quien enseñe cómo cambiarlo.
Evitará el final de Donnie porque ya pudo negarse, no será conocido como el “Quiz Kid” sino que podrá diferenciarse, aprender solo porque ama el conocimiento. Quizá por todo lo mencionado es que uno puede pensarlo como un avatar de PTA. Es quien guía el relato, quién puede ver, como un director de cine, lo extraordinario. Quien puede hacer llover ranas.
“Quiz Kid” Donnie Smith, por Iván Lezcano
A lo largo de la historia del cine estadounidense el heroísmo ha sido pieza fundamental en la construcción de su éxito. Desde el más mínimo gesto de humanidad hacia una familia desesperada, hasta sacrificar el amor más puro por la paz mundial. El heroísmo y Hollywood iban de la mano.
Heroísmo. Para conveniencia de éste texto, entenderemos heroísmo como aquél accionar, sentimiento u obligación moral, que reniega de cualquier lógica material en su accionar. En el héroe no hay compromiso material sino un absoluto compromiso espiritual. Un absoluto compromiso con la humanidad. ¿Por qué Jeff de Rear Window (1954) –por poner un ejemplo cualquiera– se obsesiona tanto con aquello que sucede en el departamento de enfrente? ¿Por qué en su lugar no disfruta de la bella mujer que lo ama? ¿O por qué simplemente no reposa como debe hacerlo? ¿Por qué un hombre como él, en clara desventaja, entiende que debe hacer algo?
¿A qué viene todo esto si acá veníamos a hablar de Magnolia? Paciencia. El heroísmo y Magnolia tienen mucho que ver entré sí.
Resulta que los tiempos cambian, se aceleran, viran hacía un mundo peor muchas veces. En el cine estadounidense, las ansias de rentabilidad fueron deformando la figura del héroe; con el correr de las décadas cada vez está figura se fue volviendo más personal. Más para sí mismo o su familia, tal vez. Llegando a los 90, las películas que reformulan el cine estadounidense están muy lejos de contener cualquier figura heróica (Pulp Fiction, Seven, Boogie Nights) más bien, suelen contener pequeños guiños más parecidos a códigos callejeros que a un sentimiento de nobleza. Ésto no es para nada una crítica a estas grandes películas, que sirven de ejemplo y para entender la época: Todo está hecho. Esa es básicamente la tesis que celebra Pulp Fiction (1994), una idea que invita a soñar. Por otra parte, el pesimismo de un agotado abanico de mundos, está latente en la evidente nostalgia que presentan Seven (1995) y Boogie Nights (1997) en su abordaje. Si bien Seven es absolutamente pesimista en su visión de los héroes derrotados, Boogie Nights tiene esperanza en lo que el futuro pueda deparar. Y es ahí donde nos detendremos.
Boogie Nights cierra con cierta esperanza. Y la siguiente película de Paul Thomas Anderson será la que convoca a este texto: Magnolia (1999). Anderson decide despedir el siglo con grandes cosas que decir y un personaje importantísimo que define lo fundamental de Magnolia: Quiz Kid Donnie Smith.
Interpretado de manera magnífica por William H. Macy, esté personaje nos cuenta la historia de un muchacho llamado a SER. Un prodigio que con su notable inteligencia destaca en televisión. Tal es así que es apodado y conocido en las multitudes como “Quiz Kid”. Pero, lamentablemente para Donnie, el show mediático y mercantil de la televisión es cruel. Los años pasan y Donnie cae en el olvido; mientras tanto, su inteligencia se diluye al observar como las dulces frutas del estrellato y el ser alguien se pudren en recuerdo, a la vez que su soledad crece y crece como una flor en primavera.
Ahí está Donnie, solo y olvidado –ahogándose en vanidades– dentro de una película que cierra un siglo de cine estadounidense que parece haber sufrido el mismo proceso que Donnie: Sumiso entre lo superficial y lo absurdamente grotesco, olvidando sus días de gloría dónde su dignidad ante el mundo lo hacía grande. Y, entonces ¿Por qué un personaje tan derrotado por la vida es el más importante de Magnolia? Sencillo, Donnie es la clave para recibir el post-heroísmo en vísperas de un nuevo milenio.
Donnie es la clase de hombre llamado a ser, como Jeff en Rear Window o Rick en Casablanca. Pero a diferencia de estos dos, su heroísmo no cayó del cielo, le fue impuesto. Al caer en el olvido de las luces del espectáculo, aquel niño descubrió que esos reflectores encandilantes nada le habían enseñado sobre el mundo en el que vivía. Y así Donnie, a quien convencieron de que podía lograrlo todo, se encuentra solo y sin excusas para encontrar la tranquilidad de su espíritu.
En algún momento de la película, nuestro personaje esboza una frase más o menos así: “Tengo tanto amor para dar, solo que no sé dónde ponerlo”. Frase clave total. Dentro de una película donde todos los personajes son perdedores, dañados, inmorales… Donnie toma conciencia y dice lo que todos nuestros personajes sienten (o sintieron). Une todas las historias bajo un mismo sentimiento. Lo cuál abre la puerta a una esperanza: Encontrar dónde depositar ese amor.
Entonces, después de filosofar sobre su propia vida durante toda la película, Donnie se abandona. Donnie decide que la vida que el mundo le prometió, nunca existió. Que esa dentadura brillante de las publicidades, tal vez no sea para él. Comete un acto ilegítimo robando la caja de su trabajo. Se arrepiente pero ya es muy tarde para todo. La vida, el mundo, el universo, lo que sea, le está dejando un simple mensaje: Ya es tarde.
Al hacerse tarde es cuando Magnolia se hace gigante. Es aquí donde Anderson demuestra que esa fe que mostraba en el final de Boogie Nights no era infundada: Caen ranas del cielo. Si, el cine también era el lugar donde los milagros sucedían.
Y esté milagro hace cruzar a dos que se necesitan. El oficial Jim Kurring es la parte de los dos que no se rindió. Un hombre con vocación al heroísmo que lo busca en todas partes. Aunque siempre está más cerca de perder su arma que de ser un héroe. Es que esté mundo parece ya no tener lugar para los héroes. Para los hombres comunes que deciden que la injusticia es su mayor enemigo. Pero, ey ¡están lloviendo ranas! ¿Y si hoy tenemos fe?
Y bien, valía tener fe. Donnie y Jim hacen uno sus caminos. Jim salvará a Donnie de la perdición total, para invitarlo a vivir su propia vida y no la que le dijeron que tenía que vivir. Así, con todos los dientes rotos, Donnie se convierte en héroe. Él servirá como reflejo de un hombre derrotado para Jim. El reflejo de un hombre obsesionado con ser ponderado por ojos sin rostro, impulsan a Jim a entender que ya anduvo mucho por fuera; que quizás su cuota de heroísmo deba depositarla en el atormentado corazón de Claudia para poder sanarlo.
Entonces Donnie, despojado de vanidades y ambiciones, finalmente consigue la trascendencia que le prometieron. Donnie se convierte en un puente de esperanza y bienvenida para un nuevo heroísmo dentro del siglo que se avecina. Lejos de las grandes gestas humanísticas, el primer paso que obsequia Magnolia a través de Donnie, es el hecho de volver a mirarnos. El hecho de volver a reconocernos juntos. De volver a entender el mundo en conjunto con los otros. Y así volver a salvarnos juntos. Como en todas las historias de Magnolia.