Breve resumen del marco teorico
Las redes sociales son como un supermercado, un sistema perfectamente diseñado para que pierdas la mayor cantidad de tiempo posible. Una de las diferencias es el medio de pago (dinero vs. tiempo) y la otra es lo que obtenés a cambio (antídoto contra la inanición vs. en el mejor de los casos información no muy valiosa).
Los algoritmos, para mantener contentos a sus anunciantes y a sus accionistas, necesitan retenerte la mayor cantidad de tiempo posible. Parecido a un casino, supermercado, shopping. Se entiende, ¿no?
La diferencia entre lo digital y lo real es la cantidad de información que podés absorber por segundo. Por ejemplo: entrás a un bar con un amigo, ves que está abarrotado y es un griterío, naturalmente vas a evadir el ruido buscando otro lugar. El problema de las redes sociales es que uno no percibe el ruido a primera vista; por ejemplo, ve tweets de gente estúpida hasta que en un momento se da cuenta de que perdió 30 minutos de su vida y no se acuerda de nada de lo que acaba de leer.
Les voy a plantear una situación peor: sos un periodista que disfruta de escribir. Si tenés experiencia, tu producto debería ser de valor para la sociedad, ya sea porque entretenés contando una historia o porque informás sobre algo relevante. Como la angustia de ser un “has been” te está alcanzando, comenzás a escribir en una plataforma como Substack, Medium o directamente en Twitter. ¿Cuál es el problema? Que para absorber historias interesantes, el lector tiene que estar en un nivel de carga cognitiva medianamente baja. Como la entrada infinita de información genera lectores saturados, naturalmente nunca vas a lograr que tu historia penetre a un público masivo; la dictadura de la entropía y la novedad te asesina.
Por este mismo motivo, las discusiones sobre temas importantes nunca llegan a buen puerto y tienen los niveles de violencia de un tachero en sus broncas imaginarias en medio del tráfico porteño.
La vida es un deporte de contacto. Internet es una máquina, con su infinito bombardeo de gente increíblemente hermosa y talentosa, de generar jóvenes que prefieren ser espectadores de la vida antes que someterse al deporte de vivir: intentar, fallar, intentar, conseguir algo (mediocre). Nadie coge porque para coger primero tenés que ser un poquito caradura y, además, porque nadie tiene la práctica de tocar, mucho menos a otro ser humano.
La dimensión de tocar está absolutamente perdida porque, entre otras cosas; no se puede tocar una película, no se puede tocar un álbum, no se puede tocar una foto, no se puede tocar el periodismo o la literatura a través de un medio digital. Todo se convirtió en un “no lugar”, un supermercado digital de emociones sintéticas y gratuitas, para todos y todas.
¿Cual es la dirección?
Vamos a crear una colección física de películas argentinas en la mejor calidad disponible: una caja hermosa con un diseño único y menús interactivos diseñados desde cero. Queremos que puedas tocar la cinefilia, que la puedas regalar, copiar y compartir. Esta colección se llamará "Al Gran Cine Argentino, ¡Salud!".
No se trata solo de ver una película; también importa dónde la ves y el valor que le das a lo que estás viendo (el precio que le pongas, el lugar donde la guardas). Creemos que una colección de Blu-rays elegantes es nuestra manera de lograrlo.
El periodismo de cine está devaluado, lleno de aduladores y de personas cultas relegadas al ostracismo, luchando contra la melancolía. Ninguna de estas posturas nos convence.
Acá vas a leer sobre estrenos, entrevistas, dossiers de películas o trayectorias completas, y ensayos históricos sobre figuras legendarias de nuestro país. Si algo de esto te interesa, primero te invitamos a conseguir tu TITA! y comentarnos qué te pareció. En segundo lugar, queremos formar una comunidad de apasionados que deseen escribir y ser parte de algo más bello que la pantalla de un celular.
En unas horas salen a la venta ambos, los podrán retirar en la fiesta del 12 o cada sábado en las funciones.
Aunque parezcamos ególatras soberbios, tenemos en claro que sin ustedes no somos nada. Si ya son parte queremos decirles que realmente nos cambiaron la vida :)
Gianni Rolón Santoro.